Querida Emily Dickinson
Querida Emily Dickinson,
cuando te conocí me quedé sin palabras.
Hoy no tengo ni letras para escribirte
esta carta de amor.
Sí he podido recoger unas humildes
hierbas……y alguna florecilla
hierbas y florecillas
que desde tu ventana,
siempre vestida de blanco,
observabas con extrema atención.
Vestida de blanco para que
sus colores fueran los brillantes
que te iluminan a ti y a tus versos.
Con estas letras prestadas te escribo esta carta
que una oruga hiló, en ella imprimo la hierba
que en brillantes tus versos convirtió.