Para Pilar
Nunca he aprendido a decir que no. De la misma forma en la que nunca aprenderé a transmitir información con tanto poder en causar daño e infelicidad. Me da miedo. Y el miedo me bloquea. Ojalá pudiese transmitir tranquilidad, pero no siempre es compatible con ser claro y veraz.
Perdón por no decirte aquello que necesitabas escuchar. Llora, no te preocupes, yo también lo hago. Lo hago constantemente. Perdón por pronunciar a modo de consuelo “no te preocupes”. Son palabras desafortunadas cuando alguien habla de la vida de un hijo.
Desgraciadamente en muchos casos no hace falta que esta última sea larga para reunir un conjunto bien variado de desgracias. Y aun así te sorprenden, como tú me sorprendiste a mí con tu sonrisa diaria hasta el día que os marchasteis a pesar del miedo que tenías.
Bombardeos de preguntas sobre el futuro. Es inevitable pensar en ello, lo sé. De nuevo perdón, perdón por no darte respuesta alguna.
Ojalá fuese fácil esperar a que la vida resuelva tus incertidumbres cuando tienes miedo. Llegó el momento de la despedida. De nuevo tu sonrisa, esta vez también empezaste a llorar mientras decías que tu pequeña había tenido ángeles como médicos. No somos ángeles Pilar. Ojalá hubiese podido hacer más. En ocasiones los límites de la ciencia impresionan quedar demasiado cerca. Gracias por aclarar tus palabras: “ángeles por la forma de hacernos sentir”.
…gracias por enseñarme lo importante de la vida. Ojalá con el paso del tiempo consiga reunir el mismo coraje que tú.