Carta / Volumen 6

En mil ocasiones

Mi gran y querida amiga,

Han pasado muchos años ¿30, 35?… no lo recuerdo con exactitud, pero si recuerdo como se ayer se tratase nuestro primer encuentro.

Llegaste hasta la puerta de mi peluquería con una enorme maceta en tu regazo. Hacía más bulto que tú, una hortensia azul, preciosa. Un poco prepotente mostraste una fotografía de una revista.


Preguntaste: ¿Sabrás hacerme este peinado?

Yo, queriendo ser amable, aunque me molestó tu pregunta, no por la pregunta, sino por tu actitud incrédula, molesta te conteste muy amable y sarcásticamente al tiempo, “Si no te quedas jamás lo averiguarás”.

Las dos nos echamos a reír. A las dos nos sorprendieron la pregunta de la otra y su respuesta.

¡Cómo íbamos a imaginar que con ese primer encuentro nos convertimos en la mejores y más fieles amigas!

Tu gran sabiduría proporcionó a mi vida, calor, riqueza, saber estar, armonía y paz.

Has sido muy importante en mi vida, con tu actitud y tus consejos. Nuestros secretos siempre a salvo.

También recuerdo en una ocasión en la que estuviste siempre acertada, observaste en mí un exceso de preocupación. Después de una charla juntas, recibí un ramo de flores con exquisitos y delicados colores. Sin nada que pudiera identificar su procedencia. Estuve en ascuas un par de días pensando en quién podría ser ese bonito detalle.

Cuando observaste en mí intriga y desasosiego, descubriste tú identidad diciéndome con mucho amor ¿ves? Has estado preocupada e ilusionada y tus problemas mentales han desaparecido. Has recuperado tu brillante sonrisa.

Ese y mil momentos bonitos que hemos vivido juntas y que aún recuerdo. Te quiero mucho.

Ya no nos vemos y no hablamos con frecuencia, cosa que echo en falta, siempre presente en mis pensamientos.

En mil ocasiones necesito tu presencia y tus consejos porque tú has sido mi ejemplo de vida.

Gracias por ser mi amiga.

Julia

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