A todas las mujeres, en el tiempo de ayer y por venir.

Os busco. Sí, os busco. No en lo físico. Busco la esencia que habéis dejado a vuestro paso, con vuestros pensamientos y con vuestros hábitos de amor.

¡Amasteis tanto! Ese amor os significó tanto dolor y sufrimiento, tanto placer y alegría que ha quedado flotando en el espacio, en los archivos de las memorias ancestrales donde nos acercamos las demás, tímidamente, como a actos de fe buscando el antídoto que pueda paliar, en cierta manera, las experiencias que nos aguardan, sombras oscuras y soles radiantes en el futuro devenir.

Os quiero. Os amo, Evas primigenias.

De vosotras saco la fuerza que necesito para ser una buena mujer o, al menos, intentarlo.

Con toda mi admiración y respeto,

Concha