No sé por donde empezar
Hoy me dirijo a ti para dedicarte estas líneas.
Hoy quiero expresarte todos mis sentimientos.
Quiero desnudar mi corazón ante a ti.
Quiero que sepas todo lo que él contiene.
Ya sé que estarás sorprendida, pero no más que yo, te lo aseguro.
Estando aquí, pensando en ti, me invaden miles de recuerdos, de emociones.
Tengo tantas cosas que quisiera decirte que no sé por dónde empezar. Prometo ser escueta y limitarme a lo esencial e importante.
Quiero que sepas lo importante que has sido y eres para mí.
Eres la luz que ilumina cada día mi vida.
Eres la flor que florece en mi jardín.
Eres esa brisa que refrescar mis mejillas.
Sin ti mi vida no hubiera sido igual. Por todo te doy las gracias.
A ti, mujer tan especial. Tan buena, trabajadora, luchadora, sabia, simpática, guapa, generosa, humilde, con un corazón enorme. En definitiva, una gran mujer.
Te dedico estas letras por haber tenido la gran habilidad de hacer feliz a todos los que han tenido la gran suerte de disfrutar de ti, de tu compañía, de tus consejos.
Nos conocemos hace ya mucho tiempo y te has convertido en una mujer fundamental de mi vida. Has vivido junto a mí buenos y malos momentos. Tener tu apoyo incondicional ha sido para mí como una bocanada de aire fresco. Por ello, y por otras mil cosas más, te doy las gracias. Por mucho que lo intento, no soy capaz de recordar ni un solo momento en el que no estuvieras a mi lado. Sencillamente, es que ese momento no existe. Gracias por no decaer ni un solo día. Por esforzarte en hacerme feliz cada minuto de mi vida.
Pese a que me lo has dado todo, que soy lo que soy gracias a ti, a tus esfuerzos y sacrificios, jamás te has cansado de dar y de profesarme tu amor en cada acto. Hoy quiero darte las gracias por inculcarme tantos y tan buenos valores. Por hacer de mí la mujer que soy. Por quererme incondicionalmente.
Hoy soy consciente de que no existe nada ni nadie en el mundo que pueda fracturar nuestro amor. Porque nuestro amor ha sido expresado con actos, por eso quiero decirte ¡te quiero!