Las musas del olvido
Si empiezo por una mujer que admire me olvido de otras. Mi cabeza, mi alma me pide lo mismo. Me escucho y me digo “es mi señal”.
Quiero empezar por María, o Isabel, Dolores, o Pepa o Carmen y acabar con Rosario, con Mercedes, o Luisa o Silvia, o María José, o Pilar, o Ana.
Empezar para no acabar con toda mi admiración a las mujeres anónimas pero presente en mí. Algunas las conozco, otras están por llegar y muchas a las que en esta vida no conoceré. No son doctoras en nada, pero sabias de vida. No son inventoras de nada, pero ingenian cada día. No son economistas de bolsa, pero organizan su economía para que sus bolsas estén siempre llenas. No son filósofas, pero con cada consejo que dan crea teorías.
Tienen la habilidad de conseguir que cada día se más fácil. Nos rodean con la fuerza de un huracán. Defienden sin armas, ejército del amor y del perdón. Ministras de solidaridad y sororidad.
Mi admiración porque no las vemos. No se las reconoce por nada a las mujeres que hacen que el mundo tenga algo de amor.
¡Qué necias!¡Qué necios!. A las grandes musas del olvido que hacen que valga la pena seguir día a día.
Mujeres llenas de amor, de perdón, de resiliencia, admiradas del olvido.