Aquel tiempo
Querida princesa:
Tengo tantas cosas que decirte, tantos recuerdos bonitos. Deseaba mucho tu nacimiento, lo anhelaba. Ya tenía a tu hermano y tú fuiste la niña.
Cuando fuiste por primera vez al colegio, aún no habías cumplido los tres años. Tan bonita y tierna, como un osito de peluche. Eras la más pequeña de la clase, porque naciste el 13 de noviembre.
Me acuerdo que tu seño M. Ángeles y las mamás de tus compis me dieron la enhorabuena por los dibujos que tú habías coloreado. Destacaste con tus compañeros a tan corta edad.
Recuerdo tu niñez feliz y siempre contenta. Te pasabas muchos ratos jugando sola con tus muñecas. Y a veces tu hermano te obligaba a jugar con él a, por ejemplo, jugar a futbol.
Vosotros erais niños felices. Salíamos siempre, o casi todas las ocasiones, los cuatro juntos.
Un verano estábamos en la playa, tu precioso hermanito creía que papá y yo no estábamos vigilando cuando vosotros jugabais en la orilla. Él tendría cuatro añitos y tú tan solo dos. Nos dijo ¡mamá, mamá cuidado con la niña! Tu padre y yo nos reímos, porque nosotros sí estábamos vigilando, aunque él creía que no.
Él siempre tan protector. Pasaron algunos años, tata iba a dar a luz a tu primo Javier. Tú le bordaste de punto de cruz la funda del biberón y del chupete, con solo nueve años. Ibas a bordar al taller con personas mayores. Ellas me decían que ¡qué merito tiene y qué talento!
Te relacionabas con estas personas y no había niñas de tu edad. ¡Estabas tan ilusionada! Llegó el día de la comunión. Estabas nerviosa antes de salir de casa. Muy coqueta, con tu traje tan blanco y bonito. Te preocupabas por tu peinado con tan corta edad.
Jugaste tanto que el traje se te rompió un poco. Creciste y llegaste a sexto de primaria. Siempre con buenas notas. Tenías buenas amigas como por ejemplo Alba, Miriam, etc.
Cuando estabas con Miriam a veces decías que tú, de mayor, ibas a ser psicóloga. Pensabas en hacer alguna carrera universitaria.
Recuerdo preciosa
mía, aquel año para reyes, preferiste que le regalásemos a tu hermano un perro
y tú te quedaste sin regalo. Nunca lo olvidaremos.
Eres tan humilde y tienes un corazón que no te cabe en el pecho. Eres un
diamante sin pulir.
Te quiero y siempre te querré.
¡Princesa mía!
Besos
Tu madre
Bonita, se me olvidaba, cuando ganaste la carreta de cuarto curso y fuiste campeona, competías con niños mayores que tú.
¡Eres una Atleta! ¡Maravillosa! ¡Preciosa!