Entre todas mis mujeres
¿Por qué tener que elegir?… ¿Por qué tener que debatirme entre dedicarle unas palabras a mi abuela Malena, a mi abuela Paca o a mi madre? Por las tres siento un amor infinito. A las tres podría escribir cartas de amor. Y… ¿Acaso mi suegra no es también mujer merecedora de unas letras? ¿O mi amiga Lorena? ¿O mi amiga y compañera Ruth? ¿Y mis hermanas de sangre, Rocio y Estefanía? También mi hermana de corazón, mi querida Carmen.
Todas ellas, cada una por diferentes razones, todas por un mismo sentimiento, forman parte de mi vida. A todas las quiero, a todas las admiro.
Sin embargo, esta carta de amor se la dedico a la que, sin pretenderlo, probablemente sea el hilo conductor de todo lo demás.
Querida abuela Malena, bien podría haberte llamado “mamá” durante mi infancia, porque de sobra ejerciste como tal. Eres la abuela que siempre está, aunque haga mucho que te fuiste. Recuerdo tu energía, tu carácter arrollador. Una mujer adelantada a su tiempo, rebelde, a veces provocadora, que me marcaste como no puedes imaginar.
Te veo y veo a tu familia queriéndote y respetándote. Veo a mi padre pasando por tu casa a verte, cada día, antes que a la suya, a la de su madre (no sabes cómo echa de menos tu gazpachito). Te veo bailando arremangándote la falda mientras mi abuelo te mira embelesado. Huelo tu espíritu indómito y siento cerca tu perfil salvaje que hacía tambalear los cimientos de tu casa, pero que despertaba en mí una admiración que a fecha de hoy sigue intacta. Te quiero tanto, que estas letras duelen.
Me sonrío viéndote picar a mi abuela Paca a ponerse un bañador y meterse al agua. Ella, con ganas, pero aleccionada para respetar las demarcaciones femeninas de la época, se queda mirando como tú, encajada en tu bañador negro de flores, te metes mar adentro y te pierdes entre las olas. ¡Y qué guapa eras! ¡Qué guapa eres!
La relación de mi madre contigo me enseñó que el binomio suegra- nuera no siempre es hostil. Todo lo contrario, lo vuestro era un feed-back constante que, sin duda, nos hizo crecer como familia. Mi madre, que desde bien joven se coló en tu casa para que la protegieras de la lluvia. Y la protegiste. Y le diste calor, desde ese día, hasta el último de tus días. Ella también te quiso, y siempre te lo demostró. Sin complejos, como debe mostrarse el Amor.
Eso me reconforta en mis momentos de dudas. El tiempo, en todos los sentidos, ha reforzado esa idea de que juntas es mejor que enfrentadas. Tú me entiendes. Aurora es parte de mi equipo. Es buena persona. Soy afortunada de ser su nuera.
Queridas abuelas.
Querida mamá.
Mujeres de mi vida.
Me siento dichosa por contar con vuestra fuerza para espantar mis miedos, para ahogar mis penas.
Maleni Cano…
a su abuela Malena, la morena de sus ojos.