Homenaje a Lola, mi suegra
10 de junio de 2019
Cuando pienso en ti, o cuando siento tu presencia, o cuando hablo contigo, o estás en mis sueños, a pesar de que hace 3 años moriste; no deja de sorprenderme quién y qué fuiste para mí. Fue toda una revelación o descubrimiento: descubrí que una madre podía ser alegre, expresar lo que se sentía –en el momento en que se sentía-, decir de frente y en su cara lo que pensaba de la persona que tenía al frente.
Nosotras que no nos conocíamos -tú eras mi suegra y yo tu nuera- era la primera vez que íbamos a vernos y compartir. Tú me recibes con una sonrisa y exclamación de aceptación inesperada.: “pero mírenla si es bonita”.
Tenías preparada una comida exquisita: arroz con coco, primera vez que probaba este plato, pescado –creo que era mojarra- y un delicioso plátano pícaro, que con el solo nombre te dice todo. Pero lo mejor de todo era quien eras: una mujer rebelde e irreverente, además de tu profunda sabiduría. En una época determinada por seguir las normas establecidas por la religión católica y por lo que definiera la “ciencia”, Tú creías en la magia, que era condenada y perseguida, tanto por la religión católica, como por la ciencia.
La una por no creer en un solo dios y además lo más grave reconocer la existencia de espíritus, presencias con las que se percibe y se puede comunicar. La otra la ha perseguido y excluido como forma de conocimiento y la señala “de ignorancia”. Sin embargo, en el azar, la posibilidad de anticiparse e interpretar lo que éste nos señala está permanente, sigue permanente, gracias a estos seres maravillosos como lo fuiste tú Lola.
Contigo descubrí que a pesar de la geografía aprendida, existía la ciudad capital de Barranquilla, una región llamada “el Caribe,” absolutamente diferente a Bogotá y a nosotros los “Andinos”. Con un ser como tú, cómo no quererte así “de una”!!.
Se aprende a conocer, vivir y experimentar eso que nuestro premio nobel –Gabriel García Márquez- describió en sus novelas, como “el matriarcado”. Reconocer nuestras diferencias, equivocaciones como los seres humanos que somos, no ha impedido la existencia, la alegría que al verte sentía. Y tú hijo José Daniel pudo darte muchos de tus sueños, en especial llevarte, con sorpresa incluida la “serenata de Mariachis” que él te escucho decir desde siempre. Gracias infinitas gracias, porque seres como tú han impedido que muera algo tan indispensable para la humanidad: la Rebeldía y la Irreverencia, así que nos volveremos a ver y seguimos comunicándonos.
Martha C. Pinto Segura, tú nuera