Carta / Volumen 1

Un círculo alrededor de una semilla

Delta de San Fernando
Buenos Aires, 5 de marzo de 2019

Querida Carmen, queridas mujeres que tejen maravilla, allá, cruzando el mar. Preparo mi té en este día fresco de verano en la isla y las convido, dice June Jordan para nosotras:

Ey
vengan
salgan
donde quieran que estén
necesitamos reunirnos
en este árbol
que no ha sido
plantado.

El poema ha abierto un espacio para nosotras, un círculo alrededor de esa semilla que aún está en nuestras manos. Si fuera aquí, el árbol podría ser un bello ingá y luego los colibríes vendrían a libar sus flores. Nos sentaríamos a orillas del río a tejer nuestras historias, lavaríamos en él cualquier pena, compartir nuestras historias nos haría también más sabias. Así sucede muchas veces en casa, o en la biblioteca Genoveva, o en la bibliolancha cuando se nos da por naves.

Compartimos la palabra y voces de muchas mujeres que nos acompañan en la travesía.
“Aún nos queda el amor:
esa doble moneda para poder pasar a uno y otro lado (…)
tú hiciste que la luz fuera visible”.
Olga Orozco

Aún nos queda el amor dice Olga, nos dice y en este mundo que se tambalea podemos aferrarnos a esta verdad como una de las pocas certezas.

En la huerta comunitaria de la biblioteca plantamos maíz; Sandra, Sofi, Guillermina, Rosa…en pleno verano sonrientes bajos sus sombreros de paja -voy a enviarles alguna foto de ese momento-. ¡Qué enorme poder que tiene la semilla! Toda esa riqueza concentrada en un pequeño grano dorado oculto en la tierra. Pura potencia, pura posibilidad. En las runas  XX su símbolo también parece tener y alas, o ser parte de la cadena de ADN.

Pienso en la definición de lugar que Berger trae de Mireia Elizde. Hogar: ese lugar en donde se cruza lo vertical de nuestros ancestros, es decir, lo que nos da raíz y transcendencia, y la horizontal nuestros vínculos con lxs otrxs. Así querida mías, en este momento estamos tejiendo para nosotras un hogar que cabe en este círculo, que cabe en este abrazo. También les voy a dejar como despedida -momentánea por supuesto- un poema que escribí para las redeiras de Galicia.

Un ojo en la niebla, otro en el hilo cuando suenan las sirenas de los barcos y el pez cae.
Sobre la traína extendida, las sillas pequeñas, el hilo de nylon, la aguja, el punto cosido a la red, el hilo enhebrado en las voces.
La mar es la mar. Nuestro oficio es unir lo que sangra para que haya alimento
(Hebra)

Un abrazo fuerte
Marisa

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